Autora: Tania Rosas, CEO & Co-Founder O-Lab Inc. / Origin Learning Fund
Tiempo de lectura: 13 minutos.
¡Manejar equipos apesta! Es un trabajo interminable, agobiante y algunas veces deprimente, particularmente cuando no tienes guías al iniciar. No se si este artículo resulte ser un faro de luz, pero he escuchado que de leer historias se alimentan las grandes mentes, así que aquí dejaré la mía.
Nunca fui muy buena con las relaciones, pocos amigos, pocas parejas, poca vida social, hasta que de repente me encontraba en mis 20s dirigiendo a un grupo de personas —inusualmente diverso— cuya cifra ya alcanzaba mi edad. ¿Qué podría salir mal?
En el 2015 empecé mi primera aventura como emprendedora social con mi fundación, Fundación El Origen, la que tiempo después registramos en USA como Origin Learning Fund, Inc., —larga historia para contarles en otra entrada— con el sueño de llevar acceso a la educación digital de calidad, personalizada, divertida y accesible para todos, que pudiese empoderar a los jóvenes de donde vengo, La Guajira – Colombia, y el mundo a superar la pobreza extrema y liderar comunidades más sostenibles, siguiendo los pasos de mi abuela, la añorada profe Rosa Curvelo.
Además de un equipo curiosamente diverso, habían cientos de jóvenes beneficiados que dependían de mi guía directa cada día, yo cometía errores y aprendía lo más rápido que podía, pero diariamente un desafío nuevo aparecía.
Estábamos creciendo, no como quería, las áreas y proyectos se hacían cada vez más caóticos, no tenía mucho tiempo, recursos o paciencia para inducir y entrenar a todos con detalle.
Faltaba más formación, más monitoreo, más retroalimentación, más coordinación y mucho más de todo. Algunos no estaban conectados a los objetivos, visión y cultura, incluso otros no estaban conectados en absoluto, no había conexión donde vivían. Como era de esperar, coordinar todo esto fue una pesadilla, además los gastos mensuales cada vez subían. A este punto creía que lo que estábamos construyendo con tanta ilusión, pronto acabaría.
Me costó mucho aprenderlo, pero más allá de un latente problema y una prometedora solución, hay dos llaves secretas que —yo creo—todo líder de equipo, especialmente aquellos con recursos limitados, debe encontrar para avanzar del paso cero al quinto.
Primero, debía
Dejar de intentar ‘manejar al equipo’ y empezar a potenciarlo.
Asigné cargos de liderazgo con nombres que creo no existían en el mundo real, para entonces, todos eran líderes de algo, y les fui brutalmente honesta, aunque no podía asegurar aumentos ahora, de tener buen rendimiento en los próximos meses lo haría. Yo no tenía ningún as bajo la manga, no inversión, no ángeles, así que si no nos iba bien a todos, no lo podría hacer.
Segundo,
Contar con las herramientas adecuadas.
Dejé de subestimar el poder de una buena inducción y empecé a implementar iniciativas de formación y desarrollo entre nosotros, creando comunidad. Enseñando a otros, aprendíamos más. No soy fan del micromanagement… o tal vez lo era, quería que cada uno se sintiera autónomo, pero sabía cuán necesario era estar evaluando su rendimiento para mantenernos enfocados en lo importante, no lo urgente, así que debía tener una herramienta que hiciera todo esto por mi.
En el proceso descubrí a quienes hoy son mis socios en O-lab Inc, —llegaré allá en un momento—y con ellos desarrollamos O-Lab App, inicialmente para administrar TODO lo que teníamos por mejorar en la organización, y a esto incluyo, acceso a la educación digital de los beneficiados en escuelas y comunidades, formación de equipos internos y externos, comunicaciones internas, inducciones, encuestas, monitoreo, evaluación, reportes, etc. Todo lo que podría espantar a cualquier líder de equipo o de proyectos.
En pocos meses nuestras operaciones se empezaron a alinear, nuestro equipo a conectar más y nuestro impacto a evidenciar. Avanzando rápido la historia, en el 2020 fuimos reconocidos por las Naciones Unidas, que con otras organizaciones como la Fundación Obama, empezaron a invitarme a presentar en eventos en todo el mundo, esto sumado a la pandemia, hizo que la idea de O-Lab fuese conocida y apreciada por muchos a nivel mundial.
O-Lab era —y sigue siendo— una plataforma sencilla y efectiva que se personalizaba rápidamente a cualquier necesidad de formación y desarrollo. Desde llevar educación y proyectos para niños refugiados en las fronteras por organizaciones como World Vision, entrenar y hacer inducciones a personas para su primer empleo por empresas como DHL en LATAM, manejar las comunicaciones internas y entrenamientos sobre seguridad laboral, cultura, beneficios y otros, de empresas como PopSockets en USA, o simplemente para generar capacitaciones, encuestas, formularios y reportes por agencias de las Naciones Unidas.
O-Lab estaba siendo la solución cost-effective para muchas empresas y organizaciones, y sorprendentemente a la mayoría parecía gustarles, en ese tiempo nuestro diseño era muy básico y con muchos bugs, pero nuestros clientes/aliados nos estimaban y daban retroalimentación, con esto fuimos guiando nuestro desarrollo.
Nuestro mercado empezó a expandirse, pero no queríamos dejar nuestra misión social atrás. Invertimos en mejorar la experiencia de usuario y en vender más planes de O-Lab para empresas, y con cada licencia que vendíamos, continuamos donando licencias de O-Lab con entrenamientos y herramientas digitales a profesores y jóvenes en condición de vulnerabilidad para que también pudiesen acceder a la formación y desarrollo, sin importar su origen.
Nuestro impacto crecía en países que no hubiese imaginado llegar al empezar. Rápidamente pasamos de impactar a alrededor de 1.000 jóvenes en mi región a más de 10.000 personas de todas las edades en países como México, Perú, Chile, Paraguay, USA, Pakistán, Filipinas, Nigeria, Sudáfrica, entre otros, con nuestros clientes y aliados.
Emocionada con este crecimiento semi-orgánico, con un equipo más motivado y en remoto, en Mayo del 2022 —si, apenas unos meses atrás— con la fundación andando coordinadamente, decidí lanzarme a una nueva aventura como emprendedora, con dos socios dispuestos a lanzarse conmigo hasta el final, Jesús Rojas, un prodigioso Diseñador y Animador 3D, emprendedor por segunda vez, y Daner Aguilar, desarrollador Full Stack con experiencia trabajando con empresas e incluso unicornios en LATAM, y junto a las mentes más creativas y apasionadas de las Américas —encontradas por LinkedIn y otras plataformas—, seguimos moldeando O-Lab como la herramienta que inicialmente nos ayudaría a potenciar una comunidad en constante crecimiento y que ahora ayuda a empresas y organizaciones alrededor del mundo a potenciar las suyas.
Así es como va mi historia, la historia de O-Lab Inc. y cómo sobreviví a los —primeros— desafíos de ser una líder de equipo. Los tropiezos aún siguen, así que si les interesa, les puedo ir contando como nos va en muchas entradas más.
¡Muchas gracias por llegar al final!
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